Pero qué más da, si se puede vivir con una bolsa llena de banderines de colores y un pan duro. A veces creo que soy más feliz aquí.
Si me viesen los Altos Elfos, usando la sabiduría de las edades para sacar conejos de un sombrero que ni es galera.
El orgullo nos condenará, lo sé, pero poco importa ahora. Mientras la carroza tenga ruedas y no se acabe el camino.
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